Cambio de hábito

Una gran entrevista que le hicieron en Argentina. Una Ángela muy cercana. Saludos. Julio Monje.



De publicista exitosa a escritora reconocida. La metamorfosis de la colombiana Angela Becerra.

A los 40, pateó el tablero. Era una ejecutiva exitosa del mundo de la publicidad en Barcelona y se animó a abandonar su cargo como vicepresidenta creativa de una agencia número uno para reinventarse como escritora. Y no le fue nada mal: consiguió en 2001 que Planeta le publicara su libro de poesía "Alma abierta" cuando aún no tenía obra publicada, obtuvo en 2004 el premio Latino Literary Award, que otorga la comunidad latina en Estados Unidos, por su primera novela "De amores negados", ganó en 2005 el Premio Azorín por su segunda novela "El penúltimo sueño" (vendió 200 mil ejemplares en España, Colombia y Argentina) y su nuevo libro, "Lo que le falta al tiempo", (que presentó en la última Feria del Libro en Buenos Aires) ya tiene vendidos 115 mil ejemplares. "Las cosas llegan cuando tienen que llegar", confía Angela Becerra, de ella hablamos, colombiana, 49 años, dos hijas (una de 27 y otra de 14) y casada desde hace dos décadas con un gurú de la publicidad española, Joaquín Lorente. "A los 27 años, divorciada, y con mi hija chiquita, fui a Barcelona a hacer un training en publicidad de tres meses y ahí conocí a mi marido actual. El training duró 20 años (se ríe). Yo era su brazo derecho en la agencia. Y mi cambio de oficio, lo movilizó. Yo le decía estás malgastando tu vida'. Y hace dos años ¡él también se retiró!, tenía 300 personas a su cargo, y ahora escribe: publicó un thriller de corte filosófico muy interesante".

¿Hay algo en común entre la publicidad y la literatura?

No. La publicidad es la cárcel y la literatura es la libertad. Cuando escribes, quitas los tiempos muertos. Si viviéramos con la intensidad de una novela, a los 15 años seríamos ancianos.

¿Cómo apareció el oficio de escritora en su vida?

La literatura era mi canal de evasión. No me sentía a gusto con lo que estaba haciendo. Era demasiado estrés, iba contra mi naturaleza. Que es de silencios, de soledad... Y pensé: "o hago un cambio y lucho por esta cosa pendiente que me persigue o lo dejo estar..." Coincidió con el planteo de vida que te hacés a los 40. Yo viví esa crisis a fondo.

¿De qué manera?

Empecé a estar en desacuerdo con el mundo de la venta compulsiva, de los raitings... y ya. No podía más con eso. Entonces me salió un viaje a la India. Y dije: "Me voy". Viajé con una maleta y allí regalé todo. Me quedé con tres cuadernos en blanco y empezó a salir mi primera novela. Me quedé tres meses en una playa de pescadores. Hacía tiempo que practicaba yoga, pero aprendí a meditar, me despertaba temprano, ayudaba a las mujeres a limpiar el pescado. Ellas viven el presente. Me cambió el concepto de la vida.Angela asegura que, antes de mudar de oficio, el cuerpo le dio señales de que algo andaba mal. "Me salió una hernia de hiato, tenía que dormir sentada". También cuenta que no le fue fácil enfrentar el silencio del teléfono. "Había estado tanto tiempo tan llena de ruidos que tenía sensación de pérdida. Empecé a escribir poesía, caminaba, observaba a la gente con tanta soledad, de mal genio. Escribí un protestatario de vida. Protestaba por la vida que llevan los inmigrantes, los niños, los ancianos... y muchas mujeres que deben vivir siendo perfectas en todo. Tan desgastador". Uno de los temas que aparece en su nueva novela es cómo una pareja enfrenta la vejez.

¿Cómo se lleva con el paso del tiempo?

Estoy encantadísima. La madurez te saca muchos miedos. Ya no pasas por donde no quieres, no hablas sino quieres, no vas a comidas con gente que no te interesa. Es una liberación tremenda. Y si me prometieran: "te dejaría la piel como a los 20 a cambio de asumir los miedos de esa edad". ¡A no! A mí dejame con mis arruguitas.

¿Qué cosas suyas hay en las protagonistas de su novela?

Sara, la mujer mayor, es sensata y yo soy muy sensata. Pero también me identifico con la locura de Mazarine, la más joven. Uno no es una sola cosa. Por eso, el eje de la novela es la dualidad. Mazarine anda descalza por París y eso es mío. Cuando fui a París a armar la novela, iba descalza por el Barrio Latino para ver la reacción de la gente... y a los hombres se les iban los ojos a los pies. Hay mucho fetichismo con los pies.

No le costó publicar su libro de poemas, pero sí su primera novela. ¿Cómo fue ese proceso?

En España me la rechazaron en nueve editoriales. Me dijeron que los sentimientos no vendían, no estaban de moda. Entonces viajé a Colombia, mi país. Yo estaba convencida de que mi libro era bueno. Allí, lo llevé a tres editoriales y una decidió publicarla.

Una pregunta ineludible, ¿qué siente cuando se habla de "literatura femenina"?

Me da mucha risa que cuando una escritora escribe un libro sobre sentimientos, inmediatamente lo clasifiquen como novela romántica. En cambio, si un escritor escribe sobre sentimientos, dicen que sus novelas son de "corte psicológico". No hay derecho.

¿A qué escritoras admira?

A Virginia Woolf. Es la primera que crea la novela psicológica. Indaga en los personajes, ve a la mujer desde otro punto de vista... Y toda la lucha que hizo para reivindicar la posición de la mujer.

¿Por qué y para qué escribe?

Para exorcizar fantasmas.
Clickeando sobre la imagen del reloj podrás ver un fabuloso video publicitario de Festina en el que se narra un poema de Ángela Becerra. Sin duda este video consigue emocionar al espectador. Que bonitos versos, Ángela. Julio Monje.

Ángela en el diario ADN

Ángela en el diario ADN
Semanalmente podemos leer las fantásticas columnas de Ángela en este diario de más de un millón de ejemplares.

Ángela Becerra

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