Ángela Becerra: 'Lo que queda'

Es cierto que a veces la bondad no tiene presente, pero también es cierto que la maldad jamás ha tenido futuro.
Algunos de los problemas que hoy vivimos, colectivos o personales, tienen su origen en la maldad congénita de quien los produce. Sin la menor duda son los peores, porque la estupidez pesa, pero la maldad aplasta.
Criminales públicos como Stalin, Hitler, Mao y Pol Pot masacraron a millones de humanos cuyo delito fue nacer. Hoy son escoria putrefacta de la humanidad.
Ahora todos tenemos en mente a un grupito de enanos de toda cultura y creencia, tipos a veces muy próximos, que basan su poder en el joder. Su fin está escrito: el botafumeiro con el que se inciensan un día quedará fulminado por la brisa silenciosa de la bondad, que en su estado más puro es la actitud sin más factura ni horizonte que el actuar para que el mañana sea más cómodo y grato que el ayer.
La bondad, aunque a veces nos cueste aceptarlo, es lo único que queda. La que favorece la salud, que es la paz del cuerpo; la que fomenta la sonrisa, que es la alegría del espíritu; la que cuando da la mano abraza, que es la fusión del entendimiento.
Son muchos los que quieren apropiarse del discurso de la bondad. ¡Qué solvente es saber que no se ejerce desde el sermón, el galón o la hueca repetición! La bondad nace y se hace a ras de suelo, y el premio no hay que buscarlo en los cielos sino en la terrenal mirada del que la recibe.

Ángela Becerra
abecerra@diarioadn.com