Viena, 8.42 de la tarde. Allí están: abrazados, recios y solventes. Medio mundo los observa: se les ve potentes, bellos, concentrados, ansiosos...y mudos.
En tres minutos van a jugar el partido más importante de su vida. Suena una música, que por su textura es inequívocamente un himno, esa melodía vital y envolvente destinada a impulsar la orgullosa savia de la pertenencia.
Pero... ¿qué ocurre? ¿Por qué no cantan, como los demás equipos, su himno nacional? Algunos parece que lo musitan, los labios apretados, la lengua inerte.Pero no, no cantan nada, porque frente a todos y ante sí mismos, la España que quiere cantar no puede hacerlo porque ha sido obligada a permanecer muda.
¿Cuándo se resolverá tan incongruente desatino? ¿Cuándo esta inmensa mayoría de españoles que se sienten felices de ser y pertenecer podrán cantarle a uno de sus grandes amores, ignorando a quienes los califican de derechones, fascistas y otras mezquindades sin fuelle?
España necesita cantar: su libertad, su magnífica multiplicidad, su manifiesta hambre de futuro mejor sin retorcer cualquier pasado. Este país no puede seguir mudo ni un año más.
Abusando de columna, le pido a este Rey que jadea goles, a esta Reina de rojo y alegría, a estos Príncipes que abrazan resultados, a un Zapatero y a un Rajoy por un momento capaces de exhibir su dentadura, y a todo este Parlamento tan hablador, que de una vez por todas le den voz a España.
Clickeando sobre la imagen del reloj podrás ver un fabuloso video publicitario de Festina en el que se narra un poema de Ángela Becerra. Sin duda este video consigue emocionar al espectador. Que bonitos versos, Ángela. Julio Monje.
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