Estos días todos los medios de comunicación se han sobreextendido anunciando la tan temida recesión económica. Hablan del Producto Interior Bruto y del decrecimiento continuado de la actividad económica que traerá como consecuencia múltiples desastres en el paisaje bursátil. En resumen: una debacle sin precedentes. Y yo me pregunto, ¿por qué siendo tan importante nuestro bienestar interior, no se habla de la continua recesión interna que sufre el ser humano en todos los aspectos afectivo-emocionales?
Analicemos un poco el paisaje humano: los viejos cada vez se quedan más solos, masticando las horas que le quedan delante de programas-basura mientras anhelan una mano que les acaricie los recuerdos. Los niños cada vez saben más de tecnologías cibernéticas, de dietas y calorías que contiene un simple yogur y menos de cuentos infantiles y juegos sencillos. Los jóvenes se apuntan más rápido a deambular por los centros comerciales buscando atiborrarse de ruido y compras innecesarias antesque sentarse a escuchar lo que sus padres sienten. Los padres, en el desmesurado miedo a no tener con qué alimentar los estómagos y deseos de la familia, se enredan en el barullo del agotamiento laboral, en la selva del sobrevivir a punta de codazos mientras se pierden la adolescencia y evolución de sus hijos.
¿Cuándo se incorporará al Gobierno un ministerio que proteja, además del PIB, el BIN (Bienestar Interior Neto)?
Clickeando sobre la imagen del reloj podrás ver un fabuloso video publicitario de Festina en el que se narra un poema de Ángela Becerra. Sin duda este video consigue emocionar al espectador. Que bonitos versos, Ángela. Julio Monje.
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